La periodista Carmen Ibáñez escribe sobre la cobertura de los medios en la pasada campaña electoral andaluza. Un análisis que revela las perversiones de la partitocracia y los chalaneos de los medios, defiende el trabajo de los periodistas y apunta la sorpresa de los resultados finales del 25M.

Cuando los andaluces fueron llamados a votar después de 14 días de campaña electoral lo único que habrían sacado en claro son: la cocaína subvencionada, el chófer, los EREs, la reforma laboral, el debate en Canal Sur, y poco o nada de medidas concretas, proyectos en detalle.
Los pocos titulares que no hablaban del estado de la investigación judicial en torno al grave caso de corrupción que afecta al anterior Gobierno andaluz, o las noticias sobre los entresijos de la propia campaña, es decir, titulares de metacampaña, eran un cúmulo de generalidades, vaguedades o imprecisiones en torno a las promesas en política económica, social, sanitaria o educativa. Tampoco quienes se animaran a echar un vistazo a los programas de los respectivos partidos habrán sacado mucho en claro, cada vez son documentos más delgados, semejantes a esas declaraciones de intenciones que luego se repiten en vivo.
Nada nuevo, pero quizás ésta haya sido una de las campañas electorales en las que menos propuestas se han detallado por parte de los aspirantes a gobernar, y así se ha transmitido en los medios impresos, éstos llamados a profundizar en la información frente a la fugacidad de la crónica radiofónica o televisiva. Internet y el advenimiento de las Redes Sociales no hace sino obligarnos a pensar las coberturas informativas de estos procesos electorales.
Lejos de aprovechar los recursos económicos y humanos que conlleva un proceso como este, destinado a pedir el voto fundamentándose en proyectos para el bien común, los argumentos utilizados por los líderes políticos se han centrado con ahinco en meter miedo al votante sobre la amenaza que representa el partido contrario y a descalificar las políticas del adversario con frases tan ilustrativas como antológicas.

Un periodista que cubre una campaña electoral se encuentra con dos premisas contrapuestas que hacen tan atractivo este proceso informativo: Se parte de un caudal de información en su mayor parte controlado por el aparo del partido, donde el profesional se dedica a cubrir mítines en los que no hay preguntas y cuyas imágenes, en muchas ocasiones, son editadas y servidas por el propio partido.
El periodista discurre en esos 14 días seleccionando el titular o el enfoque, pero pocas veces interactúa con el político para que profundice más allá del eslogan. El único contacto suele ser off the record, y habitualmente se aprovecha para indagar en cuestiones relativas a lo que hemos llamado metacampaña. Y encima no se publica.
Frente a esta situación inicial, está la que trae consigo la conclusión del proceso, esto es, el veredicto de las urnas, el objetivo primordial de las formaciones políticas y el único que escapa por completo al control de los partidos. Y ahí es donde reside, en mi opinión, la atracción periodística de toda campaña electoral.
El papel jugado por los periodistas enrolados en las caravanas electorales ha sido el de siempre o casi siempre: intentar obtener toda la información que se les ha permitido durante los días de gira por pueblos y ciudades andaluzas.
El papel jugado por determinados periódicos en los que trabajan esos periodistas es otro cantar, asumiendo sin disimulo las consignas de los partidos. Es recomendable repasar las portadas de los días de campaña de los diarios, sobre todo en sus ediciones andaluzas, y adentrarse en sus páginas de opinión.

A juzgar por los resultados, cualquiera diría que los ciudadanos andaluces no se han guiado por los periódicos, porque se han empeñado en contradecir lo que éstos publicaban y pronosticaban las encuestas.
IU, que ha duplicado sus resultados y es clave para el gobierno, fue el gran tapado para sondeos y finos analistas políticos. La entrevista habitual de su candidato, Diego Valderas, en los diarios fue de las pocas veces que la coalición, hoy decisiva para el gobierno de la comunidad, ocupó páginas completas en exclusiva.
La noche electoral es la jornada en la que el periodista verdaderamente disfruta. Los partidos quedan situados al remolque del desenlace de todo este proceso en el que tanto se juegan.
Con El Correo de Andalucía, el ABC fue el diario más acertado en su titular. Pero, ¿no notan como rara la foto de portada del ABC? ¿como poco nítida o borrosa? Es una foto ampliada y cortada para hacerla encajar en la página completa. La original incluía al ministro Montoro y a la ministra Báñez flanqueando al líder del PP.
Todo un editorial esta maniobra del responsable gráfico del diario porque deja solo a Javier Arenas en este “fracaso absoluto” que propugna el titular. Curiosamente, el líder del PP, coronó estos días de mimetismo con las mismas palabras que unos días antes había escrito el director de este periódico, aunque esa noche, la frase tenía un sentido totalmente opuesto.
NOTA
El periodista Gervasio Sánchez ha dicho en una reciente entrevista que los medios de comunicación “han dejado de vigilar al poder para convertirse en los amigos del poder y cada medio aplaude las miserias de sus amigos y critica las miserias de sus enemigos”.
CRÉDITOS
.-Análisis escrito por Carmen Ibáñez, miembro de 1001 Medios, @Carmenciti
.-De la ilustración: Antonio Mesamadero
ACTUALIZACIÓN

La película ‘Los Idus de Marzo’, de George Clooney, hace hincapié en buena parte de los aspectos aquí analizados. La recomendamos.