Los Nuevos Medios desde un análisis mordaz del presente, por Enrique Meneses para Los 7 Pecados del Periodismo

Escrito por1001 Medios

10 Jun, 2012

Vicios y virtudes de los periodistas para sortear la crisis y crear un nuevo escenario de superviviencia. Comenzamos la ronda de conclusiones con Enrique Meneses, quien firma este texto de su puño y letra tras haber participado en el proyecto ‘Los 7 Pecados del Periodismo’.
Enrique Meneses en Sevilla
No existen los pecados capitales si se les da una lectura inteligente y acorde con la ética de un periodista, Demos un repaso a lo escrito por “mis colegas y sin embargo amigos”, como decía Carmen Tessier, en su faldón de la última de France-Soir, a mediados del siglo XX:
¿La ira? Hay de aquel colega que no se indigna con la injusticia que padecen otros que no tienen voz. Don Quijote los defendió con la lanza y Cervantes con la pluma.
¿La gula? El periodista debe vivir la existencia a dentelladas, hasta hartarse de disfrutarla. La lujuria es un excelente complemento. Ambos pecados impiden los ataques de melancolía o depresión.
Se debe ser avaro de nuestro tiempo, llenar nuestra existencia de quehaceres que el cuerpo y la mente nos piden. La envidia sana permite tener modelos a los que parecernos, no celebridades para destruirlas.
No hay mejor forma de recuperar energías que tumbarse en el sofá, con pies y cabeza ligeramente más altos que el cuerpo, para recuperar energías. El dolce far niente, la siesta kennedyana de 45 minutos, ha dado enormes escritores y periodistas permitiendo la extensión de la noche para que gula y lujuria alcancen su máximo esplendor.
La soberbia, tan detestable para algunos, es una forma de festejar la calidad del trabajo de los colegas como hago yo ahora: Soberbias vuestras intervenciones en el mundo sotanero de los pecados capitales.

Y a todo esto ¿hacia donde va esta profesión? Hay que analizar el asunto sabiendo que es una crisis tecnológica brutal dentro de una crisis económica de caballo, así, en círculos concéntricos y de forma interactiva. Por ejemplo, la catástrofe financiera ha obligado a los consumidores a cortar gastos prescindibles, como adquirir la prensa-papel, y aferrarse a la información gratuita de papel o digital. Como corolario, la publicidad de los productos ha disminuido fuertemente con lo que se amputa un capítulo importante de los ingresos de la prensa, además del de la venta en quiosco.
Certificada la caída de ingresos de los medios dependientes de la publicidad, estos se esfuerzan por sobrevivir rebajando sus gastos y en ese capítulo se sacrifican retribuciones de periodistas seniors y se sustituyen con becarios hambrientos de ganas de trabajar en “su” profesión, mal vista por la masa pero idealizada por el joven a través del cine y la literatura. Las universidades lanzan anualmente al mercado laboral unos dos mil licenciados en Ciencias de la Información, a la vez que se destruyen otros tantos puestos de trabajo en los medios que desaparecen o se reducen en los que sobreviven ofertando vajillas o impresoras.
La publicidad, en los medios de información digital, pese a las ventajas de control que ofrecen al anunciante, no llega porque está en manos de empresarios del jurásico que se resisten a desaparecer y quieren hacer las cosas como siempre se hicieron. Lo más que aceptan es la teoría de Lampedusa, “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Pero sus creativos, están ansiosos por empezar a renovar la publicidad y adaptarla a la blogosfera. Por otro lado, a la pérdida de ingresos hay que contraponerle el ahorro que suponen las nuevas tecnologías en muchos sectores aún mal estudiados.
Por ejemplo, la intermediación y su elevado costo –hasta un 50%– que se lleva la distribución. El precio del papel se reduce si se mantiene una tirada especial reducida para incondicionales (gente mayor, en general) y desaparece en la edición online. Las versiones digitales atraen a los jóvenes como nunca lo hicieran las de papel. Un futuro envidiable para las cabeceras que aguanten.
Las redacciones han cambiado mucho desde los tiempos en que el impresor era el director de su periódico. Se desarrollaron siguiendo las pautas de Henry Ford, el creador de la industria automovilistica y de la marca que ostenta su nombre. La cadena de montaje, el alienante trabajo de cientos de miles de obreros colocando cada uno la pieza que le correspondía, fue la pauta adoptada por el mundo industrial. Hasta que aparecieron los robots y se necesitaron menos personas para producir más vehículos o máquinas de todo tipo. Los grandes medios de comunicación crearon redacciones con cientos de periodistas sentados delante de una máquina de escribir, luego de un ordenador. Era el “fordismo” que tan bien criticara Charlie Chaplin en Tiempos Modernos.
La nuevas tecnologías suprimieron la necesidad de tener “correctores de pruebas”, linotipistas, taquígrafos, empaquetadores, técnicos de revelado de laboratorio, separadores de color, grabadores de planchas por insolación. Los robots, representados por Internet y sus aplicaciones, han diezmado las plantillas de la prensa como antaño lo hicieran en la cadena de Ford. La fotografía digital, instantáneamente enviada por correo electrónico, sin pasar par reveladores y fijadores, han alejado de mi aquel día en que saqué mis películas de Sierra Maestra, reveladas clandestinamente en La Habana, escondidas en las enaguas almidonadas de una resistente de 17 años, remitidas por flete aéreo a Paris-Match, de un día para otro en vez de hacerlo en segundos a un FTP. Ahora llegan a las redacciones miles de fotos diarias, de cualquier lugar del mundo, segundos después de haberlas hecho.
Lo que queda del valor de la prensa después de las dos revoluciones, la económica y la tecnológica, son las cabeceras, algunas centenarias. Ni siquiera quedan los familiares de los fundadores. Esas cabeceras, algunas con caracteres góticos en claro enfrentamiento con la modernidad (no hablo de las hijas del expresidente Zapatero) son cascarones de huevo de tiranosaurius-rex. Hoy, la cabecera es la marca que garantiza una buena calidad de la información. Puede tener un tamaño inferior de redacción, a nivel de un huevo de avestruz. Los cuatrocientos ordenadores con otros tantos periodistas con la mirada fija en sus pantallas, no son necesarios. Basta que sean medio centenar para atender el flujo de trabajo que viene directamente de la calle, fuera del país, desde cualquier extremo de la tierra. El periodista de hoy es reacio a salir en busca de la noticia. Espera que le llegue directamente a la pequeña pantalla.
El destino del periodista es ser free-lance y salir en busca de la información allá donde sospeche que hay tema interesante. El es su propio dueño y se expresa en su blog con una frecuencia razonable bien sea descubriendo y persiguiendo noticias o analizando las que han descubierto otros y de las que tenemos datos propios o vamos a confirmar los nuevos que aparecen. Esos blogs son como lingotes de oro que las cabeceras reformadas apilan dentro de su cascarón. Se necesitan diez secciones para cubrir un diario nacional español. Desde internacional hasta sociedad, pasando por deportes, economía o espectáculos. Es evidente que varias de estas macro-secciones han de componerse de varios blogs elegidos por su alta calidad debidamente contrastada. La reducida plantilla de redactores-jefe, maquetadores, administradores y publicitarios, han de tratar con rigor y cariño los materiales que llegan a la redacción en forma de blogs.
Un blog tendrá el valor que le otorgue el número de lectores que lo lean regularmente. Ello brinda al medio la oportunidad de conocer el número de lectores del conjunto de los blogs que tiene contratados. Con los recursos publicitarios, la dirección de la Nueva Cabecera puede retribuir a los autores de los blogs (textos o fotografías), a su personal de mesa y dispondrá de recursos para financiar enviados especiales, de sus periodistas fijos o blogueros contratados.
Esto es un esbozo de cómo veo yo el inmediato futuro. Tardará en rodarse y, para entonces, es de esperar que la publicidad y sus presupuestos, estén controlados por la nueva generación joven sin la calvicie y barriga pantagruélica de los actuales pontífices.
EL PROYECTO
‘Los 7 Pecados capitales del Periodismo’
– El primer post: ‘Las locuras de Zuzeu y los 7 pecados de los medios de comunicación
– La presentación del Proyecto: ‘Los 7 Pecados del Periodismo
– La Pereza: “Somos demasiado indulgentes”, según Ícaro Moyano.
– La Envidia: “Es un privilegio ser periodista. Es un regalo“, según Ana Alfageme.
– La Lujuria: “Nacerá una nueva generación de medios en tres años”, según Marta Peirano.
.-La Soberbia: «Los medios tradicionales son enormemente soberbios con Internet y lso desprecian«, según Rosa María Artal
– La Avaricia: “Nos preocupa perder la conexión con los lectores“, según Arantzazu Zugasti.
– La Ira: “El pecado de los grandes medios es pensar que la sociedad está a su servicio“, según Martxelo Otamendi.
.-La Gula: «El papel tiene cada vez menos peso porque la web va ganando identidad y evoluciona«, según Xabier Letona.
– Proponemos #Pecadismo como etiqueta en Twitter.
CRÉDITOS
De la fotografía, Paco Olivares, con un blog muy interesante: ‘Arroz con bogavante

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